Hola amigos de blog: nortonteatro.blog. Yo soy Nortan Palacio, conocido artísticamente, y entre la soldadesca de Flandes, como Norton P.

EL MENTIDERO DE LOSCOMEDIANTES. ANÉCDOTA 31.
Viernes 17 de diciembre 2021.
«EL ESCONDIDO Y EL TAPADO»: HISTORIAS DE AVENTURAS Y DONAIRES DE UN DESCONOCIDO PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA Y III.
Como dijimos en la entrada pasada, esta vez vamos a hablar de una parte de la vida de Calderón dedicada a las aventuras; algunas bien rocambolescas y peligrosas.
Como nació en enero de 1600 y murió en 1681, se puede decir que recorrió casi todo el siglo XVII con sus sabores y sinsabores[1] Hay que añadir que desde pequeño, aunque en principio no fuese buscada, su vida fue azarosa. Al año siguiente de su nacimiento la Corte se trasladó de Madrid a Valladolid; como su padre era Secretario del Consejo de Hacienda tuvo que marchar en el séquito de la familia real, pero como Valladolid no era una ciudad preparada para recibir a tantos nobles, funcionarios, sirvientes, sirvientes de los sirvientes, familiares de todos los anteriores y medradores[2] por doquier; hubo de ser restablecida la Corte en Madrid en 1606. Esto supuso, según el profesor Enrique Rull, cierta inestabilidad en su residencia ya en sus primeros seis años. Demás de esto, su madre murió de un mal parto cuando él tenía diez años: 1610 y su padre, en 1614, se casó con una mujer con la que nunca, él ni su hermano se llevaron bien. También murió su padre en 1615 y dejó un testamento un tanto enrevesado, con lo que los hermanos le tuvieron que poner pleito a la madrastra y éste duró hasta 1618.
Entre tanto; Calderón iba estudiando y adquiriendo una gran formación; primero con los jesuitas en Madrid y luego en la Universidad de Salamanca, allí tuvo las primeras historias que pudieran considerarse calaveras: al juntarse con otros estudiantes y un primo suyo Francisco de Montalvo en 1617. Entre todos alquilaron una casa al Colegio de San Millán; en la casa juvenil se estudiaba y también se holgaba, pero, entre medias, nunca se pagaba el alquiler y por eso en verano de 1618 fueron excomulgados.
Un hecho que parece demostrar que tuvo experiencias tempestuosas en este tiempo es el romance que unos años después (1620) presentó al certamen poético en la celebración de la canonización de San Isidro[3], en ese romance hace repaso de ciertos momentos de su todavía corta vida y en uno de los cuartetos dice:
«En la sien izquierda tengo
cierta descalabradura,
que al encaje de unos celos
vino pegada a esta punta»
A pesar de la vida licenciosa, en 1619 se graduó de Bachiller en Derecho Canónico y Civil por Salamanca, pero no terminó de ordenarse y dejó los estudios para, junto con sus dos hermanos (uno de ellos era hermano natural), hacerse soldado. En esta vida de soldadescas al parecer también se graduó, pero esta vez (aunque el título no era un papel oficial) en pendencias y juegos: Tanto que, en el verano de 1621 se vio envuelto en un homicidio. Pedro, Diego y José Calderón fueron acusados de la muerte de Nicolás Velasco hijo de un criado del Condestable de Castilla (palabras mayores) y tuvieron que refugiarse en casa del embajador de Alemania en Madrid, allí estuvieron hasta que lograron un acuerdo con los familiares de la víctima que les costó una indemnización altísima.
Al parecer, para pagar parte de esas costas, Pedro tuvo que entrar al servicio de Bernardino Fernández de Velasco y Tovar VI duque de Frías y XI Condestable de Castilla y marchar con él en campañas por el norte de Italia y Flandes. Pero esto también le dio oportunidad (en los tiempos ociosos) de tener acceso a la biblioteca del Condestable que, según Emilio Cotarelo, era la mejor biblioteca del momento en España y así tomar conciencia de su talento literario.

En mitad de todo esto, también se hizo asiduo al Mentidero de los Representantes[4] y claro, aquel sitio que era frecuentado por gentes de mal vivir (Teatreros, Titiriteros, Poetas, Bufones, Músicos…), también traía aparejado sus aventuras y peligros. En 1629, en una disputa ‒entre estas gentes‒ un cómico llamado Pedro de Villegas hirió a uno de los queridos hermanos de Calderón. La disputa se habría originado por una hermana del cómico (Ana de Villegas ‒ambos eran hijos del entonces famoso cómico Antonio de Villegas‒) quién al parecer tenía amores secretos con el hermano natural de Calderón y el hermano de la dama quería reparar su honra. El caso es que, una vez que hirió al susodicho y creyendo que le había dado muerte Villegas escapó por los tejados del barrio y se tuvo noticia inmediata de que se había refugiado en el cercano Convento de las Trinitarias[5]. Calderón se hizo acompañar por unos alguaciles y penetraron sin aviso en el convento; entonces despojaron a las religiosas de sus velos; por si el matador se había disfrazado de novicia y, además de eso, registraron todas las celdas, sin dar con el buscado. Hasta que tuvieron que darse por vencidos y se marcharon, dando por terminada su empresa.
Sin embargo, cosas del destino y de este Barrio de las Letras y de este Mentidero de los Representantes y de este maravilloso Siglo de Oro; en ese convento profesaba sor Marcela de San Félix: hija, de quién si no, de Lope de Vega. Airadísimo, el Fénix de los ingenios protestó ante las autoridades e incluso ante el monarca. Una muestra de su malestar puede verse en una carta que escribió a su mecenas: el duque de Sessa:
«Grande ha sido el rigor buscando a Pedro de Villegas; el monasterio rota la clausura y aun las imágenes, que hay alcalde que se traga más excomuniones que un oidor de memoriales. Ana de Villegas con guardas, su hermano en Osuna, y la justicia buscándole entre las monjas, a quien sacrílegamente han dado los golpes que pudieran dar a Cristo si le hallaran en la defensa de sus esposas. Yo estoy lastimado tanto por todas, como por mi hija. El delito es grande»
Debemos confesar que no sabemos cómo se arreglaron las cosas entre Calderón y Lope de Vega, pero sí es sabido que el Fénix de los ingenios lo menciona y alaba su talento en la obra El laurel de Apolo, solo tres años después: en 1632[6]
Mas, la cosa no acabó ahí; el caso tuvo gran repercusión por todos los personajes a los que inmiscuía. Entonces también se topó con la Iglesia y, para variar, se escuchó la voz del fraile predicador de la Corte: Fray Hortensio Félix Paravicino de Arteaga[7]. Este religioso era muy conocido y seguido (influencer; diríamos hoy), por sus sermones pedantescos y barroquizantes y claro, no se pudo estar callado. Según Enrique Rull, la cosa fue así:
«Hortensio Paravicino pronunció un sermón fúnebre en el que inculpó a los ministros de la Justicia Real por el atropello de las monjas y se desahogó contra comediantes y poetas dramáticos. Escribía entonces Calderón su obra El Príncipe constante y añadió unos versos en los que se burlaba del Fraile.
Una oración se fragua
fúnebre
que es sermón de Berbería:
panegírico es que digo al agua,
y en emponomio horténsico
me quejo;
porque este enojo, desde que se fragua
con ella el vino me quedó
y ya es viejo.»
Estos versos los añadió Calderón después que la comedia había pasado la censura y por eso se consideró un delito mayor; por lo tanto, fue condenado a varios días de arresto en su casa y se mandaron a suprimir los versos satíricos. Sin embargo, y continuando con Rull:
«Se sabe que mientras estas disposiciones tenían lugar, la obra seguía representándose con dichos versos satíricos y que se hizo (se representó) ante el propio Rey, quien se rio mucho con lo del “emponomio horténsico”»
Para que luego digan que nuestro “escondido y tapado” Calderón fue, más que nada, un cortesano muy religioso.
Calderón siguió combinado su vida como soldado y escritor por bastante tiempo; incluso cuando ya era uno de los dramaturgos más reconocidos de Europa. En 1637 entró al servicio del Duque del Infantado y participó en varias batallas: luchando contra el sitio de Fuenterrabía (1638). Después, en la Compañía de Coraceros bajo el mando de Alvaro de Quiñones participó en la guerra de secesión de Cataluña (1640): en la toma de Cambrils; en la entrada en Tarragona, en el asalto a Martorell, intentando asediar Barcelona, soportando el asedio de franceses a Tarragona, y, finalmente, en el intento fracasado de tomar Lérida (1642). En esta ultima batalla fue herido y obtuvo la licencia absoluta.
Como vemos, no se retiró de la vida militar por su propio deseo y sabemos que de esa vocación guardó siempre buen recuerdo; como puede leerse en versos de algunas de sus comedias, por ejemplo, en Para vencer a amor, querer vencerle:
El buen trato, la verdad,
la firmeza, la lealtad,
el honor, la bizarría,
el crédito, la opinión,
la constancia, la paciencia,
la humildad y la obediencia,
fama, honor y vida son:
caudal de pobres soldados;
que, en buena o mala fortuna,
la milicia no es más que una,
religión de hombres honrados.
Sin embargo, la vida cortesana tampoco deparaba una vida segura, ya lo vimos con respecto a su aventura en el Mentidero y también se sabe por unos Avisos de Pellicer que en el mundo teatral también se podía correr peligro:
«En el año de 1640, mientras se ensayaba una de sus comedias para los carnavales en el palacio del Buen Retiro, surgió una disputa, hubo cuchilladas y don Pedro Calderón de la Barca fue herido también»
Para que luego digan que nuestro “escondido y tapado” Calderón era un hombre serio, grave y poco dado a la aventura… Los investigadores y estudiosos tendrán que seguir “destapando y desescondiendo”; a ver que más nos depara nuestro don Pedro Calderón de la Barca.
Nos vemos en la próxima anécdota, que será después de las vacaciones de este periodo navideño: 14 de enero. Felices Fiestas.
[1] Los otros grandes artistas del denominado Siglo de Oro habían nacido en el siglo XVI y todos murieron antes de la primera mitad del XVII; con lo cual Calderón se convirtió en un referente de su propio siglo y contra lo que cabría pensar a pesar de ser de los menores destacó tanto o más que sus predecesores. Léase Cervantes, Quevedo, Lope de Vega, Góngora, Tirso de Molina…
[2] Entre los medradores se encontraban, entre otros, Cervantes y Góngora, entre familiares de funcionarios estaba Quevedo y entre los escribientes (sirvientes) Lope de Vega, que ya eran adultos, mientras que el pequeño Pedro Calderón no sabía a qué se debía tanto jaleo.
[3] Este certamen lo organizaba Lope de Vega y en él, Calderón obtuvo el tercer puesto y hasta una mención del entonces Rey de los Poetas de Madrid, alabándolo a él y a otros concursantes.
[4] Como siempre que mencionamos este Mentidero, tenemos que señalar que es quien da nombre a este espacio del blog y de donde se sacan muchas anécdotas; como esta de Calderón.
[5] Que estaba ubicado en la entonces Calle Cantarrana, calle donde murió Juan Rana. En ese entonces, ya se hallaba enterrado en dicho Convento, don Miguel de Cervantes. Todo son conexiones.
[6] Como era una obra de alabanzas o críticas con los poetas, hemos de resaltar que Lope, a pesar de su posible disgusto, no dejó de alabar el buen hacer de Calderón como autor, olvidando sus menesteres personales. Cosa que es de alabar.
[7] A Hortensio Paravicino ya lo mencionamos en este blog, cuando citamos la carta que le escribió Góngora respecto al malogrado estreno de la obra El Anticristo de Juan Ruiz de Alarcón. Más conexiones.
Brillante tu nuevo trabajo norton siempre nos impresiones con cosas nuevas y espero que el 2022 te inspire con más cosas gracias hermoso un saludo y feliz Navidad 😘
Me gustaMe gusta
Qué ágil, qué vivaz… Como lo lea un guionista… Yo creo que sale una estupenda y entretenida película, hasta una serie. Qué bien nos lo cuentas. GRACIAS. FELIZ NAVIDAD
Me gustaMe gusta
Muchas gracias, don Manuel, viniendo esas palabras de alguien como tú, me siento honrado. Felices fiestas para ti y la familia.
Me gustaMe gusta