EL MENTIDERO DE LOS COMEDIANTES. ANÉCDOTA 11ª: EL NEGRO COMO PERSONAJE EN EL TEATRO DEL SIGLO DE ORO.

Hola amigos del blog nortonteatro.blog. Yo soy Nortan Palacio conocido artísticamente, y en los bajos fondos, como: Norton P.

HEME AQUÍ, INTERPRETANDO AL PERSONAJE DE ANFRISO EN LA OBRA EL BURLADOR DE SEVILLA DE TIRSO DE MOLINA.

EL MENTIDERO DE LOS COMEDIANTES

Viernes 25 de junio 2021
ANÉCDOTA 11ª: EL PERSONAJE DEL NEGRO EN EL TETRO DEL SIGLO DE ORO.

Como siempre digo; a veces la actualidad marca el tema que trato en la anécdota semanal de este blog, aunque en ocasiones lo tenga que traer por los pelos- y lo que me gustaría sería desgajarme con una opinión política- como en este caso. La semana pasada, en el debate de investidura para la presidencia de la Comunidad de Madrid, la diputada de la ultraderecha Rocío Monasterio, cruzando toda línea roja, señaló que el diputado de origen senegalés Serigne Mbayé -igual que ella, y con todas las letras: diputado de la Asamblea de Madrid- no tenía derecho a estar ahí por haber llegado a España como inmigrante ilegal. No es de recibo que en una nación como la española formada de retales llegados de muchas partes, crisol de razas en toda su historia, se hable de inmigración y menos de racismo. Para ilustrar esto, recuerdo unas palabras de Fernando García de Cortázar en el prólogo a la Historia de España de Espasa Calpe del 2004:

En los tiempos en que la leyenda y la realidad formaban las dos caras de la moneda de la Historia, unos barcos fenicios desembarcaron en los islotes de Cádiz. A partir de entonces España irrumpe oficialmente en los textos literarios y entra a formar parte, con todos los honores, del común destino de la humanidad. Condenada a ser tierra de tránsito entre Europa y África, el Mediterráneo y el Atlántico, la Península Ibérica mejoró su destino convirtiéndose en cuba de sedimentación de pueblos culturas y dioses: Hispania, Toledo, al Ándalus, Sefarad, América. Diversidad, aluvión, contagio, préstamo, mestizaje… son palabras de la lengua tallada por Nebrija y que sirven para describir la historia de España mejor que cualquier fantasía nacionalista. 

Pero como -esta semana muy a mi pesar- mi blog trata del Teatro del Siglo de Oro, hoy voy a hablar acerca de los negros como personajes en el teatro de aquella época: lo dicho: “por los pelos”.

Para empezar, creo que es bueno que se recuerde que los negros, me refiero a los negros subsaharianos en condición de esclavos, (lo que no incluye a los previos africanos venidos con los fenicios o los romanos ni a cartagineses; tampoco a turcos o moros cuyo color era de un oscuro diferente y a los que, por lo regular, se dibujaban en el teatro como enemigos feroces y valientes), llegaron a la Península Ibérica desde el siglo XIII, aunque en cantidades insignificante. Ya a finales del siglo XV y sobre todo en el siglo XVI empiezan a proliferar masivamente en Portugal (en aquel momento potencia esclavista) y también traídos forzosamente por familias de peruleros o esclavistas indianos vueltos de América; como los familiares de la diputada ultraderechista de la asamblea de Madrid.

Evidentemente, esto atrae la atención de los literatos sobre todo los que pretenden plasmar en sus obras las cuestiones más sociales, realistas y populares, por lo que en sus comienzos los encontramos en los esbozos de poesía burlesca galaico-portuguesa, y en novelas picarescas: así aparecen primero  en composiciones del Cancionero Geral portugués en dos octavas de Fernán Silveyra (1471) y en un poema burlesco de Enrique da Mota (1495); ambas composiciones dibujan el tópico del negro que triunfará en el teatro breve: graciosos y simples hablando una jerga risible y con una sexualidad  implícita en ellos (A pesar de que en la composición de Da Mota; una negra, requerida por un clérigo, defiende su honra y afirma su carácter amenazando con dirigirse al juez aunque en su cómica jerga). 

El primero que hace hablar al negro en castellano es Rodrigo de Reinosa a quien se conoce por recoger jergas de varios grupos sociales marginales como la lengua de germanía de jaques y prostitutas y, como no, recoge y fija la lengua “afro-íbera” que pasará a los entremeses y comedias. En sus composiciones, escritas entre 1516 y 1520, se presentan como objeto de burla por su habla, su baja condición social, su alimentación repugnante a ojos de los castellanos, su gusto por la música y los bailes exóticos, su afición a los bienes ajenos y por la ya mencionada sexualidad. 

En el camino del negro hacia el teatro es de gran importancia la figura de Gil Vicente que escribía farsas entre 1524 y 1536 para divertir a los reyes portugueses (aunque muchas en lengua castellana que era la lengua culta protocolaria en la corte lusa). En una de ellas: la Farsa del clérigo de Beira aparece un negro con sus características más acusadas; roba la ropa a un labrador y cuando se le requiere finge sorprenderse del robo e invoca fragmentos deformados (jerga afro-íbera) de oraciones cristianas. Al final, el negro defiende el robo como manera de supervivencia y lo compara con la fe religiosa. Parece que Gil Vicente utiliza esta figura para expresar la amarga verdad del mundo (pues, aunque el negro se reviste de tópicos, la farsa tiene tono crítico).

Por los tiempos en que escribía Gil Vicente se da el primer caso conocido de un autor de piel oscura en las letras castellanas: el mulato Alfonso Alvares, escribía farsas también representadas en la corte portuguesa y, además, se tiene noticia de que actuaba en las obras escritas por su contemporáneo Vicente. Esto nos aporta un dato importante acerca de los negros como actores en la época, hecho bastante desconocido todavía hoy. 

Diego Sánchez de Badajoz en sus farsas escritas entre 1525 y 1547 saca a escena a varias negras (apenas saca negros) que aunque ocupan poco espacio en las composiciones, parecen esbozar la que después sería la figura de la negra (sobre todo de la mulata) en composiciones de Lope de Vega y sus seguidores, pues en la Farsa de la hechicera y en la Farsa teologal las presenta como encarnación de la bondad, en el caso de la primera; y como muestra de moralidad respetuosa contrapuesta a la falsa moralidad de un caballero, un teólogo y un pastor; todos castellanos.

La fama teatral les llegaría a las negras en los pasos de las comedias de Lope de Rueda escritas entre 1538 y 1542 (quién, si seguimos las palabras de Cervantes en su prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, sería el encargado de representarlas: “ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaíno: que todas estas cuatro figuras y otras muchas hazia el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse”). En la Comedia Eufemia, Lope de Rueda nos muestra a la negra Eulalla con el pelo chamuscado pues ha intentado volverse rubia, quemándolo con hojas de lejía. El lacayo llamado Polo la requiebra y ella se jacta de su hermosura queriendo subir en el escalafón social de esclava a lacaya, pero no sabe que Polo, en realidad, intenta seducirla para después venderla. En la Comedia llamada de los engaños se inserta un paso en el que la criada blanca Julieta y la negra Guiomar se insultan presumiendo de la belleza o el color de la una y otra; aquí se sirve del insulto racista para provocar la risa, también aparecen otras negras en el Coloquio de Tymbria y en el Coloquio de Gila. Aunque la corrección política de hoy en día no nos permite apreciarlo en toda su dimensión Lope de Rueda tiene gran instinto dramático y, si tenemos en cuenta que él sería el que iba vestido de negra chamuscada o insultada, tiene, ante todo, instinto cómico.

También encontramos al negro en las primeras novelas picarescas como en la anónima Vida de Lazarillo de Tormes(1554) el cual, en el tratado primero nos cuenta como su madre al enviudar se amanceba con el negro Zaide e incluso le da un hermano mulato. Hasta que el negro es sorprendido robando y es condenado, igual que la madre de Lázaro, a cien azotes y a dejar de seguir viéndose. Con caracteres similares habían aparecido más negros en novelas de este tipo tales como La lozana andaluza de Francisco Delicado (1528), y la Segunda Celestina (1534) de Feliciano da Silva.

Así pues, los tópicos sobre los negros que corren con más suerte en la literatura inicial de nuestro Siglo de Oro son los que describe Antonio Santos Morillo en Caracterización del negro en la literatura del siglo XVI:

Los negros que aparecen en las obras literarias del XVI se presentaban como holgazanes, ladrones, torpes, tozudos e insolentes, pero también como camorristas, infantiles, aficionados a la música, lujuriosos, presuntuosos, embrutecidos y paganos.

Esta será la senda que seguirán hasta bien entrado el siglo XVII en la picaresca Vida del Buscón llamado don Pablos de Francisco de Quevedo en 1626, la novela ejemplar el Celoso extremeño de Miguel de Cervantes 1615 y en piezas breves tales como el Entremés de los negros de Simón Aguado (1602), el Entremés de los dos sacristanes y el del Negrito hablador ambos de Luis Quiñones de Benavente escritos sobre 1625-1633 o La mojiganga de la negra de Jerónimo de Cáncer (1646) y de esta misma guisa desembarcarían en las primeras comedias largas.

Tuvo que venir el gran Lope de Vega, con la genialidad que lo caracterizaba, a relevar estos tópicos y a hacer de la figura del negro en las comedias un personaje más de entre la cohorte de personajes principales que las poblaban. Empieza con el dibujo de las mulatas, que, aunque las sigue mostrando como criadas, les da una categoría especial y las contrapone a las damas españolas con las que compiten en discreción y belleza; así nos las muestra en las comedias: Amar, servir y esperar y Servir a señor discreto. Al hombre negro lo lleva a evolucionar del sentido humorístico de esclavo (criado o donaire) a personaje importante, con características que debieron ser increíbles para su época: santidad, bondad, religiosidad, discreción, educación y honradez frente a simplicidad, lascivia, ignorancia, criminalidad y paganismo. Todo esto lo hace en la primera comedia española (de la que tengamos noticia) donde un negro es protagonista: El negro del mejor amo de antes de 1603 (También es bueno señalar aquí que Shakespeare escribió su Otelo en 1604), donde el personaje del negro Antiobo llega a convertirse en santo. Es decir, que es una comedia hagiográfica, aunque con una particularidad que la hace, si cabe, más importante: nunca existió en el santoral ningún beato llamado Antiobo, cuando por lo general las comedias hagiográficas escenificaban la vida de algún santo conocido. Lo que nos deja como resultado esencial (y no falto de entusiasmo por mi parte) a un Lope de Vega liberal y antirracista. Así lo explica José Fradejas Lebrero en la introducción a su edición crítica de la comedia de Lope:

Es, simplemente, una fantasía de Lope que, puesto a crear, da vida al primer elogio de un negro con valores religiosos dentro del sentido cristiano de la vida; lo que nos muestra que Lope no hace acepción de raza o color, como, en general, no lo hacían los españoles de su época.     

Lo que nos dice al final Fradejas Lebrero es muy importante, porque nos quiere hacer ver que los tópicos enseñados en la literatura de la primera parte del Siglo de Oro eran más recursos literarios que una semblanza real de la sociedad española. Con este nuevo impulso Lope crea un arquetipo novedoso que dará pie a unas comedias con protagonistas negros sin prejuicios, y así nos encontraremos: El santo negro Rosambuco (1612) y El prodigio de Etiopía (antes de 1635), ambas del mismo Lope de Vega; otra con el mismo título El negro del mejor amo de Antonio Mira de Amescua de antes de 1644; El negro Juan Latino (esta, sí, basada en un personaje real: el primer negro catedrático en la Universidad de Granada en en1556) de Diego Ximénez de Enciso de 1652; El negro del Serafín de Luis Vélez de Guevara (otra comedia de santo) de antes de 1643, La Sibila de Oriente de Pedro calderón de la Barca de 1654 (con otra particular genialidad, la protagonista es una mujer: la reina de Saba), y la más conocida: El valiente Negro en Flandes de Andrés de Claramonte, antes de 1626. Aunque, eso sí, al negro lo seguimos encontrando como personaje episódico y dibujado con sus tópicos en otras muchas comedias de aquel siglo glorioso.

En cuanto a la interpretación, no hay apenas noticias de negros en los repartos de las compañías de la época; sí hay varias menciones a que iban de músicos en éstas. Imaginamos que para interpretar a los personajes de negros pintarían a algún actor de la compañía, cosa que se siguió haciendo hasta hace muy poco. Hoy en día las tornas han cambiado y por el contrario en grandes compañías internacionales vemos a actores negros representar a personajes del teatro clásico grecolatino y barroco sin que el personaje que interpretan tenga ninguna connotación racial; es el caso de compañías como la Comedie Francaise, la Royal Shakespeare Company, Check by Jowl o, mi caso particular: he interpretado personajes que no tenían coloración específica en la Compañía Corrales de Comedias Teatro durante más de 25 años.  (Como puede verse en las imágenes)

Publicado por nortonteatro

Soy Actor, dramaturgo, docente de teatro, filólogo, y doctor en investigación literaria y teatral con una tesis doctoral titulada: El teatro de Quevedo (una aproximación pragmática). Fui miembro fundador de la Compañía Corrales de Comedias Teatro en 1994 y he trabajado con ésta en el corral de Comedias de Almagro por más de 25 años; pertenezco al comité artístico de la Fundación Teatro Corral de Comedias; organizo el Festival de Autos Sacraméntales FAUS; estoy especializado en realizar versiones de entremeses de Cervantes y Quevedo y en escribir piezas breves de carácter barroco (casi todo en verso) para acompañar algunos espectáculos de la compañía: como la Loa al Teatro Breve, Loa a los entremeses de Cervantes, Loa al Auto Sacramental La Hidalga del Valle de Calderón de la Barca, Loa al Carro de los Cómicos o la Mojiganga para el Auto Sacramental El labrador de la Mancha de Lope de Vega.

2 comentarios sobre “EL MENTIDERO DE LOS COMEDIANTES. ANÉCDOTA 11ª: EL NEGRO COMO PERSONAJE EN EL TEATRO DEL SIGLO DE ORO.

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