EL MENTIDERO DE LOS COMEDIANTES.
ANÉCDOTA TERCERA.
Viernes 30 de abril. 2021.
Hola amigos del blog Norton Teatro (nortonteatro.blog).
Yo soy Norton Palacio (Norton P.)

Y he aquí la anécdota de este viernes:
El BARRIO DE LAS LETRAS: INMOBILIARIA S.A.
PARTE PRIMERA
Me he tomado la libertad de ponerle este extravagante título a la anécdota de esta semana porque va de casas, de calles, de plazas incluso de demoliciones, de alquileres y de desahucios. Vamos, como si estuviéramos hablando de la actualidad en Madrid. Más, un día como hoy, tan cercano a las elecciones. Solo que, en este caso, las anécdotas sucedieron a algunos de los más importantes personajes del Teatro del Siglo de Oro español.
Como tiene mucha sustancia, he decidido dividirla en dos partes, para no salirme demasiado de la estructura de las entradas en la sección.
El Barrio de las letras en Madrid, está cruzado por la Calle Atocha, la Calle Huertas, y la Carrera de San Jerónimo; que son las arterias del barrio y de las pocas que conservan su nombre original. A la Calle Atocha se le conoce con este nombre porque era un camino que desde el siglo XIII unía el entonces pueblo de Vallecas con Madrid, desembocando en la Plaza del Arrabal; hoy Plaza Mayor. En este camino se hallaba la Ermita de la Virgen de Atocha que era muy venerada y visitada por los madrileños, sobre todo durante las romerías. En el siglo XVI el camino empezó a poblarse de conventos, hospitales, asilos y, claro, tabernas; en el siglo XVII Vallecas se unió a Madrid y lo que era un camino pasó a llamarse Calle de Atocha. La Carrera de San Jerónimo unía el Monasterio del mismo nombre con la Puerta del Sol y la Calle de las Huertas se llamó con este nombre porque unía las huertas cultivadas alrededor del Prado de los Jerónimos −un conjunto de prados silvestres que rodeaban el mismo Monasterio−. Cuando esta zona se unió al Madrid de los Austrias se proyectó una gran área ajardinada a su alrededor y se construyó un edificio que iba a destinarse a Gabinete de Ciencias Naturales, pero nunca se usó como tal. En el siglo XVIII la zona ajardinada pasó a llamarse Paseo del Prado, el edificio del gabinete se destinó a acoger una de las mejores pinacotecas del mundo conocida hoy como Museo del Prado y la Calle Huertas siguió ahí: cruzando el barrio y siendo testigo de las historias de uno de los lugares más artísticos de España.

En el Barrio de las Letras −no es una designación administrativa oficial sino una denominación sentimental− se dio cita la vida cultural y sobre todo teatral desde el siglo XVI. Primero porque allí se construyeron los primeros Corrales de Comedias de Madrid: el del Píncipe, el Corral de la Cruz, el Corral de la Pacheca y el Corral del Lobo. Creando un efecto llamada para que se mudasen allí actores y dramaturgos que querían triunfar. Por eso allí vivieron los más grandes del Siglo de Oro −los protagonistas de las anécdotas de esta entrada− pero siguió manteniendo esa aura artística hasta nuestros días. Después de la época dorada vivieron también: Leandro Fernández de Moratín, José de Espronceda, Ramón de la Cruz, Mariano José de Larra, Jacinto Benavente, Ramón María del Valle-Inclán, Federico García Lorca; y actores y actrices de la talla de La Caramba, Isidoro Máiquez, La Tirana, Rita Luna, etc.
En lo que respecta al Siglo de Oro, ya dijimos que en el barrio estaba el Mentidero de los Representantes así como los Corrales de Comedias. Aunque, quizá lo más importante es que a ese espacio relativamente pequeño se fueron a vivir la mayoría de los geniales dramaturgos que contribuyeron a la denominación de la época como Siglo de Oro Español. Miguel de Cervantes vivió en tres diferentes casas del barrio: en la Calle Magdalena, en la Calle Huertas y en la Calle del León; Lope de Vega vivió más de veinte años y murió en la Calle Cantarranas; Tirso de Molina vivió en el convento que había en la Plaza que hoy lleva su nombre; Francisco de Góngora vivió en la Calle del Niño; en la que también vivío Francisco de Quevedo −aunque esto es cuestión de la segunda parte de la anécdota− Juán Ruiz de Alarcón vivió en la Calle Urosas; Luis Vélez de Guevara en la Calle Urosas y en la Calle Atocha; en la misma Calle de Atocha estaba la casa e imprenta de Juan de la Cueva, donde se imprimió la primera edición de la primera parte de Don Quijote de La Mancha. Francisco de Rojas Zorrilla vivió en la Plaza del Ángel y Pedro Calderón de la Barca en la Calle Mayor. ¿Se podía pedir más arte?
De aquí se desprende lo más divertido del asunto; y es que, a día de hoy parecería que un duende malvado, sacado de algunas de las fábulas escritas por alguno
de estos genios de la dramaturgia se hubiera encargado de trastocar todas las cosas, haciendo mezclas entre dramaturgos que, entre sí, mantenían increíbles y más que proverbiales animadversiones. Por esto he querido denominar a este duende como: el Duende Inmobiliario, puesto que parece gustarle jugar con las envidias y admiraciones, con los odios y afectos, con los deslumbramientos y las malquerencias de estos autores y moverlos y removerlos en sus casas, en sus calles, en sus tumbas.
Tan es así que: la Calle Cantarranas, donde murió Lope de Vega y alberga su museo, hoy en día se llama Calle de Cervantes. La calle donde se encuentra el Convento de la Trinitarias en el que fue enterrado el autor del Quijote hoy se llama Calle de Lope de Vega. Paradoja inmobiliaria donde las haya; entre los dos mas grandes genios de nuestra literatura. Aunque enemigos irreconciliables en vida, mezclados por la nomenclatura de su barrio común.

Y hay más: la Calle Urosas, donde vivió Juan Ruiz de Alarcón hoy se llama Calle de Luis Velez de Guevara, para mezclar a otros dos poetas enfrentados…
Pero esto no es más que la punta del iceberg; por eso esta anécdota viene dividida en dos, pues no hay espacio para tanto.
La próxima semana sabremos del embrollo en que se vieron envueltos por una casa en la que vivieron −en diferentes tiempos− Francisco de Quevedo y su archienemigo don Luis de Góngora y que no tiene desperdicio. Y también, de como se salvó de la demolición la casa donde habíavivido por muchos años don Pedro Calderón de la Barca, por intermediación de otro autor.
Es todo por hoy. ¡Hasta la próxima semana!
Qué interesante,
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