EL MENTIDERO DE LOS COMEDIANTES.
ANÉCDOTA SEGUNDA.
Viernes 23 de abril 2021.
Hola amigos del blog Norton Teatro (nortonteatro.blog). Yo soy Norton
Palacio (Norton P.)

La anécdota que voy a ilustrar hoy viene con recomendación libresca por 3
razones.
Primera: porque hoy, que la estoy publicando, se celebra el DIA INTERNACIONAL DEL LIBRO.
Segunda: porque el personaje que protagoniza esta anécdota (o anécdotas)
también hace parte del universo humano que puebla la novela que voy a
recomendar.
Tercera: porque precisamente hoy se presenta la segunda edición de la citada
novela: “DE DRAGONES, DE ESTRELLAS Y DEL CORRAL DE VER Y OÍR
LAS COMEDIAS” y yo soy el encargado de presentarla.
Así que antes de leerla solo puedo desearos:
¡FELIZ DÍA INTERNACIONAL DEL LIBRO!
LA CALDERONA: la actriz más famosa de nuestros Siglos de Oro se
llamaba María Calderón y se conocía popularmente como La Calderona −Ya la
mencionamos la semana pasada en la anécdota de Las tres Marías− su vida no
comenzó con visos de llegar a ser el personaje mítico en el que se convirtió,
pues recién nacida fue abandonada en la puerta de una casa, aunque ese no
fue más que su primer paso al mundo teatral. La puerta pertenecía a la casa
del actor y director Juan Calderón; quien le dio nombre y apellido (no tenían
nada que ver con Pedro Calderón de la Barca). Con los años, la niña se
convirtió en una joven hermosísima y con grandes dotes para la
interpretación actoral por ser el ambiente en que se había criado. Como su
padre no quería que pasase las penurias de los actores −y sobre todo las de
las actrices; tema que abordaremos en otra anécdota− no le permitía que se
dedicara al teatro; ella fingió haber sido deshonrada por un actor −un su amigo que era homosexual− para que no hubiera más remedio que casarla y
poder dedicarse a las tablas como quería. Desde que debutó destacó por su
buen hacer en los personajes de dama primera y en la interpretación del
baile dramático más en boga: Marizapalos. Por lo que también sería llamada
de esta manera.

Cuentan que corría el año de 1627 la primera vez que Felipe IV −Rey aún
perteneciente a la dinastía de los Austrias− la vio actuar y se prendó de ella.
Decidió que la quería para sí y no se detuvo hasta conquistarla, a pesar de
que a todas luces ella estaba casada, él también; ella tenía otro amante, él
también: más de una. Aunque el amante de ella era alguien bien posicionado
en la corte: el duque de Medina de las Torres, que era yerno del Conde
Duque de Olivares y valido del mismo Rey −de Olivares se decía que era
quien en realidad gobernaba España−. Es decir que el de Medina de las
Torres también estaba casado con la hija del Conde Duque. −novela de
aventuras románticas donde las haya−.
El rey alejó al amante de la corte y conquistó a la Calderona con regalos
carísimos; el más notable, un balcón en la Plaza Mayor de Madrid para que
pudiera presenciar los espectáculos más grandiosos de la Villa y Corte como
las fiestas de toros o las entradas reales. Pero una vez que la Reina Isabel
de Borbón −la que introduciría esta nueva dinastía a España− asistió a un
espectáculo se enteró de que en el tal balcón estaba la amante favorita del
Rey y la hizo expulsar delante de todos. El monarca tuvo que compensar la
humillación otorgándole un balcón particular, aunque permanente, que
todavía hoy se puede contemplar en la Plaza Mayor de Madrid y al que se
bautizó inmediatamente como: el balcón de Marizapalos.
La relación continuó y en 1629 tuvieron un hijo al que bautizaron como Juan
de la Tierra, este apellido era el que se daba a los hijos bastardos. La
Calderona fue obligada a abandonar al niño para que lo criaran fuera de la
Corte, precisamente en los feudos del antiguo amante. Pasaron 13 años y por
mediación del Conde Duque de Olivares el bastardo fue reconocido y
rebautizado como el Infante Juan José de Austria y aunque nunca pudo ser
el heredero −él lo ambicionó− llegó a ser clave en la seguridad de las
posesiones españolas en Flandes y fue nombrado virrey de aquellas tierras.
En la época del reconocimiento del adolescente a la Calderona se la obligó a
dejar la Corte y la hicieron enclaustrarse en un convento en Valfermoso de los Montes en Guadalajara. El rey y el Conde Duque no querían comentarios
venenosos acerca de que una cómica fuese la madre de un Infante de
España. En el convento, María Calderón −mujer inteligente− llego a
alzarse con el cargo de abadesa entre 1643 y 1648. A partir de
entonces la leyenda se bifurca en diferentes versiones. La más conocida,
por lo atractiva, cuenta que huyó del convento y se trasladó a una sierra en
el norte de Valencia, en el camino de Aragón y que allí acabó sus días
ejerciendo como bandolera. De hecho, a esa sierra todavía hoy se le conoce
con el nombre de La Calderona.
Con tal historial no es de extrañar que esa actriz haya sido objeto de
ficciones históricas, fabulas, leyendas, obras teatrales y novelas; como la
que hoy recomiendo.

En esta nueva ficción, mi amiga Monserrat Rayo le añade incluso nuevas
andanzas que, seguro estoy, pasarán a engrosarla lista de aventuras de esta
mujer, de esta joya de las anécdotas del mundo teatral de España, no solo
del Siglo de Oro, sino de todos los tiempos.
Muy interesante!! Como todo lo que cuentas, gracias?!
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Gracias, querido Isidro. Un beso.
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